El año pasado tuve la oportunidad de volver a Honduras y pasar un fin de semana con los productores y trabajadores de café en Guaimaca. A través del café y las charlas, lo que aprendí fue más que el café como un producto, pero el café como una fuente de vida, una forma de vivir, una meta y pasión.

 

Hay cientos de trabajadores que trabajan día y noche para ganarse la vida con el café. Sin embargo, la vida sigue siendo difícil para ellos por la bajada de los precios del café, el cambio climático, las plagas, la falta de apoyo del gobierno y muchos otros factores…

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A través del cine como una forma de expresión, quiero compartir una pequeña parte de la historia de un par de parejas que fue más allá para ayudar a su comunidad cafetera. Y expresar un tema que me apaciona. Quizás la próxima vez seremos más conscientes de los sacrificios, esfuerzos, carcajadas, y lágrimas que se necesitan para producir la taza de café que bebemos todas las mañanas, algo que se extiende mucho más allá de lo que mi cámara podría capturar.

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Last Christmas break, I had the opportunity to go back to my home in Honduras and spend a weekend with coffee producers and workers in Guaimaca. Through coffee and chats, what I learned was more than coffee as a product but coffee as a source of living, coffee as a way of life, coffee as a passion.

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There are hundreds of coffee workers working day and night to make a living out of coffee. Nevertheless, living is still hard for them due to the decrease of coffee prices, climate change, pests, lack of government support and many other factors...

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Here, a pair of couple went beyond to help their coffee community. They are Pedro Aguilar and his wife, Yessenia Aguilar. Through this documentary I want to share a small portion of the couple's story and a topic that I grew up with— coffee. Maybe next time, we will be more conscious of the sacrifices it takes to produce the cup of coffee we drink every morning, which extends much further than what my camera could ever capture.